LAS FUENTES
GRIEGAS (I)
No cabe duda de
que cada vez que oímos la palabra Tarteso resuena en nuestro oídos un eco de
misterio y enigma. Un halo mítico
envuelve al concepto de Tarteso desde
el mismo momento en que su nombre fue
pronunciado por primera vez, y aún hoy es muy difícil apartarlo de nuestra
mente cuando nos acercamos al estudio de esta etapa de nuestra historia.
Las primeras referencias a Tarteso han llegado hasta nosotros a través de los textos que nos legaron los poetas, geógrafos e historiadores griegos y romanos. Estos textos componen las fuentes literarias principales para acercarse al estudio de la civilización tartésica.
Las primeras referencias a Tarteso han llegado hasta nosotros a través de los textos que nos legaron los poetas, geógrafos e historiadores griegos y romanos. Estos textos componen las fuentes literarias principales para acercarse al estudio de la civilización tartésica.
El origen de
este fenómeno mítico hay que enmarcarlo en su contexto adecuado, entendiendo que la
ubicación de Tarteso en el extremo occidental del mundo conocido, en aquel
momento, favoreció la elección de este lugar, por parte de los griegos, como el
escenario perfecto para situar algunos de sus mitos, entre los que destacan el
ciclo de Heracles (Celestino 2008: 96).
Las fuentes
nos hablan de un origen muy antiguo para las ciudades tartésicas, y el registro
arqueológico nos señala fechas cada vez más altas (actualmente en torno a los
siglos X-IX a.C., aunque sobre esto hablaremos más adelante), sin embargo no
será hasta el siglo VI a.C. cuando los primeros poetas griegos pongan por
escrito el nombre de Tarteso.
Una parte
importante del desconcierto que envuelve a las referencias literarias sobre
Tarteso es que aparece citado indistintamente haciendo alusión a un río, un
territorio o una ciudad. Así pues, la primera mención a tener en cuenta es la
que hace el poeta Estesícoro de
Himera (632/629 a.C-556/553 a.C.),
refiriéndose, por Tarteso, a un río en su poema Gerioneida (Domínguez Monedero 2007: 227):
«Casi
enfrente de la ilustre Eritia, más allá de las aguas inagotables, de raíces de
plata, del río Tarteso, […]»
Esta obra se
enmarca dentro del ciclo heracleo y trata sobre el enfrentamiento del héroe
griego con Gerión, ser mitológico con tres cuerpos, cabezas y extremidades, que
custodiaba una magnífica cabaña de bueyes; robarlos era el objetivo de
Heracles. Eritia era el nombre griego que recibía una de las islas que formaban el archipiélago gaditano.
Enfrentamiento de Heracles con Gerión