lunes, 1 de octubre de 2012

EL ORIGEN DEL MITO: LAS FUENTES CLÁSICAS


LAS FUENTES GRIEGAS (II)

Tras la referencia de Estesícoro, encontramos de nuevo el rastro de Tarteso en la obra de Anacreonte de Teos (570 a.C.- principios del s. V a.C.). Este autor ya no identifica Tarteso con un río, sino como un topónimo propiamente dicho. Su obra nos ha llegado muy fragmentada y no se reconoce de manera clara si se refiere a una ciudad o una región. En cualquier caso, su obra denota que el interés del poeta de Teos está más centrado en transmitir la imagen de Tarteso como modelo de abundancia y longevidad, continuando con un tratamiento mítico –aludiendo en este caso al mítico rey Argantonio- que perdurará incluso hasta época romana (García Fernández 2003: 32 y s.). 

            «Yo no querría ni el cuerno de Amaltea ni reinar en Tarteso durante ciento cincuenta años» (fragmento del poema de Anacreonte de Teos).

Posteriormente, con Hecateo de Mileto (entre los siglos VI y V a.C.), dará comienzo una tradición de descripciones geográficas que tenderán a ser lo más exactas posibles, intentando huir del componente mítico tan presente en momentos anteriores. Su obra, que ha llegado a nosotros a través de autores secundarios, hace mención de dos ciudades de Tarteso, así como su riqueza en metales (García Fernández 2003: 32 y s.). 

Heródoto de Halicarnaso (siglo V a.C.), alude a Tarteso en el libro primero de su obra Historias. En él nos cuenta cómo unos navegantes foceos llegan a la región tartésica, gobernada por el rey Argantonio, aquí de nuevo se menciona la extrema longevidad del regente tartesio. De igual modo encontramos también una referencia en su libro IV, al referirse al viaje de otro marino, en esta ocasión procedente de Samos. Aunque los elementos míticos siguen en cierto modo presentes, hay que tener en cuenta que las Historias de Heródoto dan testimonio de las navegaciones griegas, anteriores a las colonizaciones de estos en la Península (García Fernández 2003:35).

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