LAS FUENTES
GRIEGAS (II)
Tras la referencia de Estesícoro, encontramos de nuevo el rastro de
Tarteso en la obra de Anacreonte de Teos (570 a.C.- principios del s. V a.C.). Este autor ya no identifica Tarteso con un río, sino
como un topónimo propiamente dicho. Su obra nos ha llegado muy fragmentada y
no se reconoce de manera clara si se refiere a una ciudad o una región. En cualquier
caso, su obra denota que el interés del poeta de
Teos está más centrado en transmitir la imagen de Tarteso como modelo de
abundancia y longevidad, continuando con un tratamiento mítico –aludiendo en
este caso al mítico rey Argantonio- que perdurará incluso hasta época romana (García
Fernández 2003: 32 y s.).
«Yo no querría ni el cuerno de Amaltea ni reinar en Tarteso
durante ciento cincuenta años» (fragmento del poema de
Anacreonte de Teos).
Posteriormente, con Hecateo de Mileto (entre
los siglos VI y V a.C.), dará comienzo una
tradición de descripciones geográficas que tenderán a ser lo más exactas
posibles, intentando huir del componente mítico tan presente en momentos
anteriores. Su obra, que ha llegado a nosotros a
través de autores secundarios, hace mención de dos ciudades de Tarteso, así como
su riqueza en metales (García Fernández 2003: 32
y s.).
Heródoto de Halicarnaso (siglo V a.C.), alude a Tarteso en el libro primero
de su obra Historias. En él nos cuenta cómo unos navegantes foceos llegan a
la región tartésica, gobernada por el rey Argantonio, aquí de nuevo se menciona
la extrema longevidad del regente tartesio. De igual modo encontramos también
una referencia en su libro IV, al referirse al viaje de otro marino, en esta
ocasión procedente de Samos. Aunque los elementos míticos siguen en cierto modo
presentes, hay que tener en cuenta que las Historias
de Heródoto dan testimonio de las navegaciones griegas, anteriores a las
colonizaciones de estos en la Península (García Fernández 2003:35).
No hay comentarios:
Publicar un comentario